lunes, 22 de octubre de 2012

En el lugar ideal


Necesitaba un respiro, era miércoles y cursar 6 horas seguidas no me hacía bien. El aire se hacia cada vez mas denso, se notaba que estaba llegando la primavera, el calor agobiaba. Costaba terriblemente prestar atención a lo que explicaba la profesora. Decidí salir para recuperar energías, tome mi atado de puchos, mi celular y comencé a subir las extensas escaleras del Aula Anfiteatrada. Salí y me dirigí hacia el ascensor, pero debido a la intensa muchedumbre, desistí y fui por las delgadas escaleras que se encontraban a mi derecha. Seguí mi camino con interrupciones provocadas por la gente que se le había ocurrido transitar ese espacio en el mismo momento que yo.
Subí hasta donde casi podía tocar el cielo con las manos, y la vi, ahí estaba, tan linda y despreocupada como siempre. El calor era intenso, el sol pegaba como nunca antes y una gota atrevida de sudor bajo desde su cien hasta que se perdió en su remera, mis ojos acompañaron ese trayecto sin invitación alguna. 
Mi corazón estaba saltando por verla, sin embargo mi cara no transmitió eso, el seño se me frunció instantáneamente.
- ¿Qué haces acá?- dije de mala forma.
- Tranquilizate, cambia esa cara. ¿Qué te pasa?- me dijo con una pequeña mueca en su rostro, como queriendo gesticular una sonrisa.
- ¡Vos me pasas! Ya lo sabes- dije con rapidez, sin premeditarlo. Luego me iba a arrepentir, como me ocurría habitualmente, pero ya no podía volver el tiempo atrás.
Y sí, últimamente era algo cotidiano en mí, decir cosas sin pensar. Ella no reaccionó, no dijo nada, nunca decía nada, solo se reía y eso me molestaba.
Di media vuelta y me alejé de esa situación bochornosa que había hecho sonrojar mis mejillas. Ella me siguió. Cuando estaba a punto de alejarme completamente, me agarro del brazo, yo no quería saber nada, en el intento de escapar, tropezamos, y caímos. Nuestros cuerpos quedaron pegados, como nunca antes nos miramos fijamente, por momentos mis ojos se posicionaban en su boca y volvían luego a sus ojos, así estuvimos por varios minutos. Sabia que eso me haría mal, pero no me importaba.
Se apretó más contra mí y enloquecí. Me beso. La bese. Nos besamos. Nuestras manos se movían al compas de nuestras bocas. En un momento parecía que había miles de ellas, estaban por doquier.
Era lo que quería, pero... ¿Era lo que ella quería? No podía estar pensando eso en ese momento, pero sí, lo hacia. Me odié por un instante, hasta que logré desconectarme y volver a concentrarme en ella. 
Oímos un ruido y volvimos a la compostura notablemente, aunque nuestros pelos alborotados daban cuenta de lo que había estado sucediendo. Nuestros labios se separaron, aunque con esfuerzo y sus ojos negros penetraron los míos con intensidad.
- Esto no...esta...bien. - dijo con poco aire a su disposición.
-No...brruines...el momento - le dije tratando de recuperar el aire que me había robado.
- Sabes que siemp- no se que habría querido decir. No tenia ganas de escucharla y la callé de un beso.
Eso la sorprendió, me miro y sonrió mientas agachaba su cabeza para que no notase el rubor que había surgido en su rostro.
- Tengo que ir a cursar, después nos vemos- dijo, mientras se despedía dándome un beso en la mejilla.
Me acomodé contra la pared y me quedé un rato tratando de organizar las ideas. Todo era nuevo pero me gustaba, la situación y obviamente, ella también. Los pensamientos daban millones de vueltas por mi cabeza. Era el principio de algo, solo tenía que esperar y dejar que las cosas fluyan.

Trabajo Práctico, Taller de Comprensión y Producción de Textos I - 2012 FPyCS, UNLP